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EL SUJETO QUE HABITA LA VIRTUALIDAD



En estos tiempos de profundas crisis en los que es casi un requisito el cuestionar, el criticar y reevaluar los esquemas ideológicos tanto por parte del estudioso como del hombre del común, ahora cuando buena parte de los grandes paradigmas políticos, científicos, filosóficos y religiosos están en tela de juicio en virtud de la tendencia que cada vez se masifica mas por optar por la construcción de esquemas mentales donde predomine el parecer individual, cabe entonces preguntar, desde una posición de reflexión ética, que le es posible ser a ese hombre al que se le permite habitar, moverse e interactuar en el mundo de la virtualidad.

Conceptualizar un hecho o un objeto es formalizar todo aquello que de este algo, sepamos o vayamos sabiendo, es por tanto una actividad organizativa del pensamiento que tiene una dinámica propia y esta afincada en el quehacer científico y es de carácter objetivo; aunque como pasa como con toda actividad que compone las grandes empresas humanas sus objetivos mas esenciales parten de las pautas que marca la subjetividad mas básica.

Por tanto la recolección de datos que permitan fundar una noción clara y distintiva sobre un algo es el primer paso que se da cuando se pretende iniciar con el constructo mental en cuestión, en la practica se observa sin dificultad alguna como cuando a un individuo se le pregunta por algo arranca por decir todo aquello que sepa del asunto en otras palabras emite su concepto sobre el particular, obviamente la extensión de este concepto y su proximidad con la verdad variaran inevitablemente en virtud del soporte cognitivo y las capacidades y preparación del sujeto consultado. De hay que intelectualmente hablando sea mucho mas prolífico buscar conceptos o construirlos que solo buscar definiciones que adolecen de cierto grado de estacismo y rigidez, razón por la cual es interés de este texto consignar algunos aspectos referentes al tema del otro como ese individuo que interactúa libre pero complejamente en el ambiente de la virtualidad.

¿Que podría entonces decirse sobre el otro?

¿Es observable y aprehensible el otro en términos conceptuales?

¿Cómo se configura el sujeto de la virtualidad, ese nuevo ente etéreo y esquivo?

¿De donde tomar normas que regulen esta nueva manera de abordar al otro?

¿Se perderá la esencialidad del sujeto en las relaciones virtuales?

Estos interrogantes aparentemente sencillos se tornan complejos y confusos de responder cuando el otro por el que surgen las preguntas es un individuo que por estar encuadrado en el contexto o sea la suma de circunstancias espacio-temporales propias y distintivas de la virtualidad, y del cual solo se pueden percibir elementos parciales de su constitución ontológica se torna esquivo y casi inaprehensible.

En estos tiempos cuando es posible habitar y relacionarse con otros individuos en una nueva dimensión como lo es la virtualidad, dimensión donde los rasgos distintivos de lo humano y del individuo en particular se pueden y en ciertas circunstancias se deben modificar quedando en ocasiones incluso los mismos analistas desprovistos de elementos lo suficientemente concretos y veraces para dar cuenta de esta nueva manera de ser para con el otro. Se debe replantear la pregunta sobre el alcance del nuevo accionar humano en términos de seguridad física y sicológica y en términos éticos incluido cierto grado de prescripción moral en vista de que sobre los beneficios y la utilidad que tienen y ofrecen ciertos medios de uso masivo ya se ha disertado con amplitud y profundidad.

Los elogios y la enumeración pormenorizada de ventajas que por ejemplo sobre el internet y en especial de las llamadas TIC se han hecho son de reconocimiento y aceptación global, ¿pero y los vicios que su uso permiten? ¿Son estos medios y su uso recurrente y desbordado benéficos a la espiritualidad del hombre? que como el moderno se halla como nunca antes al bordo de perderse en si mismo envilecido por la promesa de que no es posible estar solo cuando se puede estar conectado por medio de internet a miles de personas sin importar ya barreras de tiempo y espacio por que la virtualidad a permitido la posibilidad de que incluso hasta los limites de esta urdimbre (el espacio y el tiempo) en la cual se enmarca la realidad misma se desborden y relativicen para dar lugar una manera de rozar con el otro donde es posible convertir al individuo en una aplicación digital editada y acomodada, es burlesco escuchar, por ejemplo, personas decir que tienen en su facebook mil o dos amigos y que aparte de eso son de todo el mundo tal cosa no puede ser o por lo menos debería llamársele de otra manera por que hasta donde la definición de amigo permite llegar esta relación es otra cosa, al igual que este podrían citarse otros ejemplos que van desde lo grotesco hasta lo mas pueril y ridículo, y saber que son millones los que hoy basan y viven sus supuestas relaciones de amistad y hasta sentimentales de modo virtualidad.

Por esta razón el pensar al otro como compañero allende de la vivencia virtual se justifica en cuanto yo mismo soy el otro para el, ¿y por que hablar del otro y no de un Juan, un Carlos o una María? Que seria referirse a individuos concretos e identificables, entes con todas las propiedades del ser típicas de lo humano convencional, pero podría afirmarse que este es el punto del cual surge la dificultad y es la dificultad que se da cuando yo pretendo identificar al otro cuando este en pleno uso de su derecho por demás bien discutible no quiere ser identificado y se ubica atrás de una trinchera llamada anonimato, alias, nickname etc. o peor aun se maquilla funestamente editando todo dato, rasgo, cifra, señal o indicio que diga quien en verdad es, haciéndose otra persona que no existe si no hay en la virtualidad; motivos por demás razonables para proceder de tal manera hay de sobra, y solo mencionando el termino seguridad se entiende el asunto, pero esta actitud es bien discutible cuando lo que pretende es interactuar socialmente por medio de telefonía móvil, especialmente, correo electrónico chats, mensajería instantánea y en grupos y comunidades virtuales.

Es como si el uso de un alias permitiese ingresar a un mundo donde la anarquía en el decir, el dar y el recibir información fuera una constante, porque no podemos ser tan ingenuos para creer que la llamada netiqueta va a contener a un alguien que no siendo de alguna manera ya nadie, quiera hacer daño moral y psicológico, cosa que puede lograrse con relativa facilidad porque nadie por anónimo que quiera ser o parecer en un tipo de contacto de estos puede deshacerse de la sensibilidad natural de la cual estamos dotados la cual nos hace irremediablemente vulnerables y por ende vulneradores. Por esto desde una perspectiva ética que este en función de considerar y valorar al hombre por su capacidad para hacerse denso espiritualmente este tipo de relaciones solo sostenibles en la virtuales tendrían el defecto estructural de ser criticadas por su banalidad y la latente superficialidad de la cual claramente adolecen donde el otro se transforma en nadie o aun peor en cualesquiera que la parte antojadiza quiere que este sea, para este fin la única justificación medianamente aceptable seria el interés mutuo por agradar que es un pretendido generalmente nunca confesable.

Lo virtual se presenta en el panorama cultural e histórico del hombre como un nuevo y complejo fenómeno, donde se da una clara prevalencia a ciertos sentidos, el hombre se esta haciendo desde hace algún tiempo eminentemente visual, se ha sobrecargado de imágenes y figuras, nunca fue tan importante la forma, el aspecto, lo exterior, el gesto el ademan y así mismo nunca fue tan fácil retocar y acomodar estas emisiones visuales como lo es posible hacer en el ordenador con fines de proyectarse en el mundo virtual. Es así como el hombre se vuelve vulnerable en su búsqueda de aceptación a la vez que expone su individualidad en un mundo donde circula una cantidad desproporcional de información sobre cualquier cantidad de personas, con cualquier cantidad de intenciones unas buenas otras no tanto.

Buena parte de lo que hoy conocemos como progreso en las sociedades ha permitido al hombre una vida quizás mas larga mas segura y mas cómoda pero en ningún momento necesariamente mas feliz, porque este supuesto avance no ha garantizado que este desarrolle a plenitud todas sus facetas y en especial su aspecto espiritual a sufrido duros reveces en la modernidad a causa en parte de la entrada en escena de un materialismo mal interpretado que hace del hombre un ente hueco, triste solitario y sumergido en la angustia por el tener y despreocupado por el ser, propenso a convertirse en fácil receptáculo de todo tipo de trivialidades y para acabar de ajustar como si no fuese suficiente con el daño que desde lo ideológico a sufrido aparece un nuevo contexto: el virtual del cual se ha servido enormemente en cuanto a ciencia, educación y desarrollo tecnológico se refiere, pero que para muy poco le ha acercado a sus mas excelsos objetivos para que logre así su consumación como individuo integral, al contrario el hombre de la virtualidad es un hombre que aflora sin pudor alguno sus instintos, huidizo, mimetizado, antojadizo, facilista, egoísta, desprovisto de responsabilidades en cuanto no esta obligado a dar cuenta de su verdadera identidad, es un otro prefabricado y aparente, capaz de todo aquello que permite un cada vez mas legal anonimato.

Confundirse en medio de la sociedad ya sea la real o la virtual sin marcar por lo menos la pauta de nuestra identidad propia y distintiva, permitiendo que nuestra conciencia sea solo un pedazo de la conciencia social del momento, difiriendo como miembros solo en número, es negar nuestra capacidad para modelar nuestro entorno y nuestra realidad mas inmediata como única forma de ser nosotros mismos mas halla del distingo efímero y dramatizado de la apariencia. Y es este precisamente uno de los errores en los cuales se cae recurrentemente y que es uno de los rasgos que mejor dan noción de quien es el otro en la virtualidad, rasgo que se vuelve elemento distintivo para constituir con algún grado de aproximación el pretendido concepto del otro como individuo virtual, que a la altura de esta disertación comienza a emerger a partir de lo enunciado como un individuo que comenzó por hacer de la virtualidad una herramienta y esta convirtiéndose en un apéndice de ella, que pierde el control real de sus relaciones para permitirse y permitirle al otro jugar en un escenario donde es posible incluso diseñar sobre la marcha las reglas de juego devaluando el entorno ético que debería presidir todo encuentro con el otro.

El riesgo de que el hombre se envilezca y pierda parte de su valía como ser integral, mutando en un ser facilista y dependiente de la tecnología es grande y los efectos se pueden ver, nuevas patologías, fobias y manías han entrado a engrosar los diccionarios de sicología y siquiatría y esto es preocupante ¿será acaso el hombre moderno una victima pasiva de sus invenciones? Pero bueno, corresponde a cada quien responder esta pregunta, de lo que si podemos estar seguros es que existe siempre una solución que es de tipo preventiva y ha servido sirve y servirá para una buena cantidad de los problemas que aquejan al hombre la educación, si esa cosa que tal vez no se ha hecho de la mejor forma pero que muy seguramente basada en las mas asertivas directrices, habrá de entrar en disputa, cual formativo es su esencia y objetivo, una y otra vez contra los mas deformantes hábitos y vicios que naturalmente van produciendo las sociedades en su trasegar. Deberá ser una educación no solo moderna si no capaz de preparar para esa modernidad, capaz de dotar al individuo de soportes cognitivos amplios y de un progresivo desarrollo de habilidades conductuales tendientes a fortalecerle espiritualmente y en el plano ético.

Podría entonces concluirse:

-Construir el concepto de un algo, es decir de este algo cuanto podamos en base a las facultades propias y el caudal cognitivo del cual se disponga y en el caso del hombre en su faceta de habitante de la virtualidad surgen complicaciones por lo dimensionado del asunto y todo lo que se pone en juego en términos de utilidad.

-Probadas y confirmadas están las ventajas y los alcances utilitaristas de los medios tecnológicos, pero poco se ha pensado sobre los vicios que puedan traer consigo estos avances.

-No resultan aun claras y concretamente definidas las reglas que regulan la interacción entre individuos en el plano virtual.

-El hombre moderno se hace cada vez mas superfluo en cuanto deja de lado su desarrollo integral por volcarse a la búsqueda de placer sin control sin importarle pasar por sobre la verdad y por sobre el otro.


Diego Alexander Villa Lopera
Lic. Filosofía y Educación Religiosa.